martes, 10 de mayo de 2011

Concurso de cuentos

En la semana cultural, además de las visitas que ya hemos mencionado antes también hemos organizado un concurso. Es una actividad pensada para todos los cursos de primaria ya que de esta manera todos los alumnos del colegio podrán participar. Es una actividad muy simple que consiste en escribir un cuento o un relato relacionado con animales que hemos visto en el Acuario, o animales terrestres, o incluso plantas vistas en el Jardín Botánico.
Después de mucho debatir entre todos los profesores, hemos llegado a la conclusión de quien es el ganador, por lo que a continuación podreis disfrutar del cuento escrito por un alumno quinto de Primaria.
¡Esperamos que os guste!





Asturcón
Cerró suavemente la portilla del jardín. Era muy temprano. Aún no había amanecido.
Solía hacer eso a menudo. Escaparse por las mañanas y dirigirse al escondite que sólo ella conocía.
Caminó por el sendero que conducía a la montaña y llegó al bosque. No se oía nada, salvo el viento, que mecía las hojas de los árboles que todavía no se habían desprendido. Recorrió la distancia que le separaba de una pared de piedra, situada al final de la arboleda y que estaba cubierta por una tupida y espinosa vegetación que impedía saltarla. Aunque eso no era obstáculo para ella pues conocía la forma de pasar al otro lado.
Cuando llegó, se incorporó.
Allí estaba su amigo. Se acercó un poco más a él, que había detenido su galope al verla.
Le encantaban sus patas. Adoraba también sus largas crines.
Era un ser totalmente salvaje, y no había querido pensar un nombre para él porque hubiera sido como quitarle parte de su libertad.
Sacó un terrón de azúcar de la bolsita y se lo ofreció en la palma de la mano. El se acercó y la reconoció.
Se agarró a su cuello, apretó sus pies desnudos contra la panza e instantáneamente el animal empezó a trotar, al principio lentamente, luego aumentando el ritmo y finalmente galopando. Sujetándose a sus crines se dejó llevar.
Empezaba a amanecer. Dejó de apretar la barriga del caballo con sus pies y éste detuvo la carrera.
Antes de irse miró por ultima vez al asturcón, que parecía apenado por su marcha.
Miró el reloj y vio que no había razón para no ir caminando tranquilamente a casa.
Tenía frío, las manos le temblaban, pero entró en calor cuando pensó que volvería a verlo al día siguiente.

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